Amazing Thailand

Pero ¿Qué haces aquí?

Por Íñigo Lejarza Texto y Fotos
 
Cuántas veces me hice yo esta pregunta en mi primer viaje a Tailandia….. Y en el segundo. Y estoy seguro que, si vuelvo, me lo seguiré preguntando. Una pregunta auto-formulada por asombro, por intentar entender cómo debía reaccionar a lo que veía, a lo que probaba, y a lo que vivía. Y a todo lo que me estaba gustando, claro está.
 
Mi primer contacto con el país poco tuvo que ver con sus playas y sus aguas turquesas. Tampoco las calles de Bangkok fueron las primeras que recorrí. Chiang Rai, al norte, y un par de días de navegación , adentrándonos por el río Mekong hasta Luang Prabang, en Laos, fueron mis primeros pasos por estas tierras, suficientes para descubrir que la amabilidad y la sonrisa son el auténtico sello de identidad de este país.
 
Tengo una primera imagen imborrable cuando pienso en esa pregunta: atardecer en Chiang Rai, y mi primer masaje tailandés en el jardín frente al río.
 
Sí, los ríos tienen algo especial en Tailandia y una vida muy intensa: el Mekong, un nombre que a los occidentales nos suena a tiempos duros e inseguros, es una vía de comunicación y, a la vez, un remanso de paz si su cauce lo permite. Y el que es una auténtica autopista es el Chao Phraya, en su tramo más conocido a su paso por Bangkok, pero también tiene su magia mística en lugares como Ayutthaya, donde llegamos al día siguiente del Loi Krathong, festividad que deja sus secuelas a modo de pequeñas balsas de hoja de banano y velas varadas en las orillas…

 

Puesta de sol en Ayutthaya

Puesta de sol en Ayutthaya

 
Estamos ante un destino amable: es posible que su religiosidad tenga mucho que ver. Sus dioses aparecen tumbados, sentados, descansando, sonrientes, el rojo y los dorados de sus templos, aromas intensos de ofrendas florales e inciensos……sus monjes con sus prendas de naranja intenso…. ¡Qué diferencia con otra imaginería y forma de vivir la religiosidad!
 
Ayutthaya, una de las antiguas capitales de lo que hoy es Tailandia, es visita obligada. El repertorio de pagodas y ruinas de templos, si es posible visitar dos a primera hora de la mañana o al atardecer, es una auténtica experiencia religiosa, incluso para no creyentes.
 
Monje dando de comer a los peces en el Chao Phraya

Monje dando de comer a los peces en el Chao Phraya

 
No se entiende Tailandia sin sus templos. Hay que entrar descalzo, pero nadie es mal recibido. Qué cual es mi templo favorito? El que no olvido, es sin duda, el más inquietante: Wat Rong khun, el fantástico Templo blanco de Chiang Rai. El intenso blanco de su construcción aún inacabada, no disimula la recreación del infierno, a modo de centenares de manos que surgen del suelo pidiendo ayuda…
 
Y es otro de esos lugares para preguntarse: ¿Qué hago aquí? Qué forma tan distinta de reflejar el cielo y el infierno de la que nos enseñaron en su día….
 
Templo blanco Wat Rong khun

Templo blanco Wat Rong khun

 
No lo voy a negar: la buena mesa me puede, y es un motor viajero. Y en Tailandia saben que tienen el combustible necesario. Habrá quien disfrute probando a qué saben los escorpiones, gusanos y saltamontes…. Y quien, como yo, disfruto del curry verde, de sus picantes, del sabor intenso de las frutas. Se come bien, muy bien, aquí la pregunta cambia de “¿Qué hago aquí? A ¿Cómo es que no vine antes?”
 
Los mercados son visita obligada. Los tienes más o menos turísticos, unos, más de visitar que de comprar, más de ir a disfrutar del ambiente que de rebuscar en los puestos. Los flotantes, un caos organizado de embarcaciones cargadas de mercancía y tripuladas por mujeres.
Damnoen Saduak se lleva la fama, la foto, pero el mercado flotante de Amphawa es aquel que visitan también los locales, donde disfrutamos de la comida callejera, la auténtica….
 
Shopping flotante

Shopping flotante

 
Y del caos organizado flotante, al ferroviario. La experiencia de ver cómo una concurrida calle de un mercado se transforma en unos instantes para dejar pasar el tren, es surrealista. Todo calculado: la altura de los toldos, la de los vagones para que no haya que retirar del suelo más que lo necesario…… ¿Qué hago yo aquí? ¿Pasará el tren sin rozarme? Cojo aire y el tren atraviesa tranquilamente el pequeño mercado de Mae Klong, un pueblo a una hora de Bangkok.
 
Mercado a pie de tren

Mercado a pie de tren

 
Esto de la comida callejera es asunto serio en Tailandia. Los cocineros más reconocidos del mundo saben que este país es la cuna de una de las gastronomías más potentes. Quítale el miedo a los puestos callejeros donde verás fideos, frituras, ollas con caldos hirviendo, patos colgados…… y déjate llevar por la intensidad de los sabores…. Y por ese picante que hace que, cuando se pase el efecto, creas que ha bajado la temperatura….
 
Y disfruta de las calles de Bangkok. De arriba a abajo. De lo más popular en el inmenso Chatuchak, el mercado más grande del país ( con más de ocho mil puestos de venta y donde encontrarás lo que quieras), a sus grandísimos almacenes con todo lo que es original y lo que no…… y volverá a rondarte la preguntita justo cuando vayas a pillar un tuk tuk con unas cuantas compras a cuestas….
 
Y mira hacia arriba. Escapa hacia lo más alto: es lo que permite Bangkok y sus rascacielos. Lo más alto de sus edificios, a diferencia de otras ciudades donde las cumbres más altas están reservadas para los poderosos, aquí se convierten en miradores, en espacios públicos para otro espectáculo increíble: la puesta de sol, esa copa, esa cena con las luces de la ciudad como fondo.
 
El famoso Sirocco, desde el helipuerto del Hotel Península

El famoso Sirocco, desde el helipuerto del Hotel Península

 
El famoso Sirocco, desde el helipuerto del Hotel Península

El famoso Sirocco, desde el helipuerto del Hotel Península

 
Tienes muchas terrazas para elegir, y las que vendrán. Tal vez tengas la sensación de que Godzilla se ha paseado también por las calles de Bangkok, a la vista de la más reciente de sus construcciones. La torre Mahanakhon, la construcción más alta del país, de 350 metros de altura y 75 pisos.
 
El Blog de Tailandia- Mahanakhon
 
Como veis, el futuro es prometedor en Tailandia. Mientras mantengan sus playas, su espiritualidad, su amabilidad, y esa maravillosa gastronomía, habrá más ocasiones para preguntarse ¿qué hago aquí?
 
Y sí, insisto: lo de que Tailandia es el país de la sonrisa no es un slogan publicitario. Es totalmente cierto. Por cómo te reciben, cómo te tratan, cómo te saludan… y por la cara que se te queda tras aclimatarte al thainess después del primer masaje, aquel que recuerdo en Chiang Rai y los que vinieron después….. aunque no dejes de hacerte preguntas….
 
Iñigo Lejarza