Amazing Thailand

Razones de peso para volver a Tailandia

Por Remedios Valls: Texto y fotos
 
Lo confieso: soy manchega de nacimiento, madrileña de corazón y me tira mucho el Mediterráneo.
Así que cuando me hablan de viajar a Tailandia, mi parte manchega, se resiste: qué calor! qué lejos! Con lo a gusto que se está en casa! Ahí es cuando aparecen la urbanita y la mediterránea tan dispuestas ellas a “sufrir viajando”, y obvian distancias y calores con tal de volver a Tailandia.
Sólo la idea de regresar allí me alegra el espíritu.
Y es que razones no faltan.
 

Río Chao Phraya y calle de Kao San

Río Chao Phraya y calle de Kao San

 
Ahí va la primera, es un país amable, todo lo hacen fácil allí y siempre con una sonrisa. Si eres urbanita, Bangkok se rendirá a tus pies… y tú a los suyos.
 
Imprescindible entre las grandes urbes. De esas que continuamente bombean gente, olores, sensaciones. De las que se viven en la calle.
 
Puedes elegir barrio y dejarte llevar. Uno para cada hora del día, o para cada estilo de vida… Pasear la ciudad, recorrerla en barco a través del río Chao Phraya (que vertebra la ciudad) o coger un tuc tuc, son todas buenas opciones. Pero si eres de los que le gustan las emociones fuertes, “pilla una motillo” para regresar al hotel: verás qué “subidón” de adrenalina (y no por la velocidad…el tráfico es un sálvese quien pueda). Hagas lo que hagas y cómo lo hagas, no te olvides de echar un vistazo desde las alturas.
 
Roof Top del Hotel Muse

Roof Top del Hotel Muse

 
Gastronómicamente he vivido allí momentos originales y muy distintos. Y no lo digo sólo por la cocina que desarrollan, no, sino por los escenarios. Lo mismo he desayunado en la copa de un árbol, que rodeada de elefantes (reclamaban su parte). He almorzado en mercados y puestos callejeros o he disfrutado de suculento buffet en un barco que recorría el río al atardecer. Y para poner la guinda, la cena: bien en uno de los “rooftop” de la ciudad de Bangkok o, si el escenario era playero, un buen pescado a la brasa mirando al mar y pisando arena. Asiático o no, un lujo.
 
Gastronomía Thai

Gastronomía Thai

 
Como también hay que alimentar el espíritu, se hace imprescindible una visita a Ayutthaya, la antigua capital de Siam, a una hora de Bangkok. Perderse entre los templos y budas de este enorme complejo arqueológico merece la pena, ya sea paseando o en bicicleta. Y si las distancias entre templos se te antojan interminables, mejor en tuc tuc.
 
Ayutthaya

Ayutthaya

 
Otra razón para disfrutar de Tailandia es el momento fauna. Y no hablo de cualquier “bicho”, sino del “tótem” de los animales: el elefante. A caballo entre obra de arte y animal prehistórico. Poder verlo tan cerca, apreciar su piel y su mirada, incluso poder tocarlo, es un privilegio. Tuve la suerte de alojarme en un campamento con lujosas tiendas, donde los elefantes son los protagonistas. Pude observar a los mahouts, que me permitieron, además de darles de comer, participar en su baño y dar un largo paseo con ellos. Es una experiencia muy tierna y emocionante, y lo cierto es que estar en plena naturaleza y vivir esto con los animales te deja muy buenas sensaciones.
 
Four Seasons Tented Camp

Four Seasons Tented Camp

 
Los últimos años he publicado la mayor parte de mis trabajos en revistas femeninas y, aunque yo soy más rupestre, es inevitable que estando en Tailandia se me vayan los ojos (y las fotos) a multitud de detalles con que adornan los lugares más simples. Me fascina la capacidad que tienen de crear belleza con tanta sencillez.
 
Khao Sok Elephant Hills y Four Seasosn Tented Camp

Khao Sok Elephant Hills y Four Seasosn Tented Camp

 
Un paréntesis en el viaje para serenar nuestro espíritu, aprovechando que estamos en un país que presume de espiritualidad no estaría de más. No se me ocurre mejor lugar que el parque nacional de Khao Sok, al sur de Tailandia. Un lago artificial, el Cheow Lan, y unas tiendas flotantes (de luxe…) bastan para sentirse en paz con el mundo y contigo mismo. Rodeados de selva tropical, la única actividad que nos espera es la contemplación del paisaje, un paseo en kayak, un baño si apetece y, ¡cómo no! una cerveza bien fría al caer la noche. El nirvana se alcanza si te levantas al amanecer y te sumerges en esa quietud que sólo quiebran los pájaros.
 
Kao Sok Rainforest Camp

Kao Sok Rainforest Camp

 
Llegado el momento de poner rumbo al mar, tengo buenos recuerdos de dos lugares muy distintos. Las playas del norte de Phuket con posibilidad de conocer desde allí cada rincón y cada islita del mar de Andamán. Surcar la bahía de Phang Nga en un junco tradicional se hizo inolvidable, por esa suma de belleza del paisaje y la tranquilidad que produce la navegación a vela.
 
Bahía de Phang Nga

Bahía de Phang Nga

 
Embarcadero de Santhiya en Yao Yai

Embarcadero de Santhiya en Yao Yai

 
Pero el edén de un sibarita está en una isla situada en el golfo de Tailandia, Ko Kood. Playas semidesiertas, aguas cristalinas con fondos marinos indescriptibles, y hoteles donde el término “lujo asiático” sería insuficiente para definirlos. Simplemente, un sueño.
 
Soneva Kiri de Ko Kood

Soneva Kiri de Ko Kood

 
Ko Kood

Ko Kood

 
¿Son o no son buenas razones para volver a Tailandia?