El medio ambiente es uno de los más preciados bienes que esconde Tailandia. Aunque no en sentido literal, ya que el país alberga docenas de parques nacionales protegidos de norte a sur y de este a oeste. Y esto hace que sea fácil estar en contacto con la naturaleza y, en concreto, con un amplio abanico de animales, más allá de los famosos elefantes y tigres.
De hecho, no hace falta irse muy lejos. Basta con dar un paseo en uno de los famosos long tail boats por los klongs de Bangkok. Además de ver la vida cotidiana de los lugareños, entre casa y casa sobre el agua podremos encontrar algún que otro… bichito, como los lagartos que campan a sus anchas sin temor a los turistas.
A las afueras de la capital se encuentran varios mercados flotantes. Si bien el Damnoen Saduak se ha convertido en uno de los más turísticos, es nuestra segunda parada en el recorrido en busca de animales. En este caso, toda una experiencia quien quiera probar a ponerse un collar de serpiente. Distintos modelos a elegir.
En los mercados tradicionales también se pueden encontrar infinidad de mariscos, moluscos, etc. Pero uno llama la atención porque no se vende para cocinar, sino para un fin mucho más místico. Con unos pocos baths se tiene la oportunidad de comprar una de estas lombrices para unos minutos después devolverla a su hábitat en un gesto de libertad y respeto por la naturaleza.
Ya más al norte, en Chiang Mai y sus alrededores, la vegetación se hace más frondosa. En las zonas montañosas se asentaron diferentes tribus que hoy no solo se pueden visitar, sino que incluso se puede convivir con ellos para aprender su modo de vida, sus costumbres, su gastronomía… Y es aquí donde las arañas, las abejas y los cerditos simpáticos hacen su aparición (amén de la jauría de perros que hay en cada tribu).
Un inciso en la enumeración de animales. Uno muy importante. Mucho más de lo que puede parecer a simple vista. Porque a simple vista no se ve. ¡Es el mosquito! En este tipo de zonas salvajes llevar una cantimplora de antimosquitos no es un consejo, es casi una obligación.
En este repaso “pelo, pico, pata” terminamos en el sur, en las famosas playas de arena fina y aguas claras del mar de Andamán. Para terminar el periplo quedan dos tipos de animales. En primer lugar, el mono. Si las islas Koh Phi Phi tienen una playa llamada Monkey Beach no es por pura casualidad. En estas playas hay que tener cuidado porque los monitos, como diría el refrán siempre haciendo alusión a la fauna, “saben más que los ratones coloraos”. Aunque parezcan simpáticos, se las apañan perfectamente para hurgar en las mochilas de los turistas despistados en busca de comida.
Y en segundo lugar, no se puede obviar el mar y todos los seres vivos que ahí se encuentran. Tailandia es un paraíso para el buceo y, de hecho, existen numerosos parques marinos protegidos donde disfrutar de esta actividad. Además, este respeto por el océano hace que se hayan creado diversos centros en los que se trabaja en el cuidado de tortugas, estrellas de mar, peces… Se trata de recintos cerrados pero habilitados para las visitas turísticas con el fin de concienciar sobre la importancia del cuidado de las playas y los fondos marinos.
PD: este último se encuentra en zonas pantanosas, donde se acumula el fango como en los estuarios de los ríos. Su nombre “común”, Periophtalmus koelreuteri, también conocido como saltarín del fango.
*Todas las fotos pertenecen a S.F.M
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