Amazing Thailand

Mis noches en Bangkok, entre lo cool y lo “canalla”

Por Alfredo G. Reyes (texto y fotos)

 

“Lo siento, no pudo permitirle entrar: las normas del local son muy estrictas y solo admitimos a clientes que vistan calzado cerrado”. Mi cara debió parecer un poema cuando, en un perfectísimo inglés, el relaciones públicas del Above Eleven, uno de los restaurantes y locales nocturnos más chic de la capital tailandesa, se dirigió a mí en estos términos. Después de todo un día de visitas por la ciudad, con ese calor sofocante y húmedo que, en el mes de julio (y casi todo el año), te abraza como un/amante pesado/a, a mí no me había dado tiempo a cambiarme de atuendo… Así que no me había quedado más remedio que presentarme a las puertas del local tal y como había salido por la mañana del hotel: sudadísimo, con una amplia camisa de cuadros, unos pantalones largos de lino claro y ¡sandalias!

 

 

El Blog de Tailandia-Above Eleven_

 

 

Teniendo en cuenta mi condición de periodista extranjero dispuesto a hablar maravillas sobre el país (cosa nada complicada, por cierto, si de Tailandia se trata), el RRPP recordó que en el almacén del local guardaba unos zapatos para posibles casos de emergencia. Unos zapatos de su talla, claro. Eso sí, el muchacho no respondía a los tópicos sobre el asiático bajito: se ve que las nuevas generaciones del país se han saltado a la torera los estándares.  Y él medía no menos de 1,90 m y calzaba un 45. ¡¡Yo un 41!!

 

Pero zapatos cerrados eran, al fin y al cabo, y gracias a eso al final pude entrar en la terraza del local. Siempre me ha llamado la atención el gusto que tienen en Bangkok por montar los grandes clubes y los restaurantes trendy en las azoteas de los rascacielos más altos. Above Eleven es un claro ejemplo. Otro, el espectacular y ya clásico skybar del restaurante Sirocco, o el restaurante Vertigo & Moon. El caso es que a 33 plantas de altura,  con mi indumentaria, más que smart casual, unos zapatones de punta en los que mis pies sin calcetines bailaban y me hacían tropezar a cada paso, rodeado de jóvenes de punta en blanco, que me miraban con no disimulada curiosidad (por no decir jocosidad), me sentía por momentos como Bridget Jones cuando, por equívoco, se presenta con su disfraz de conejita Playboy en una fiesta en la que todo el mundo va vestido superformal.

 

Sirva esta experiencia como advertencia para futuros viajeros: en la noche de Bangkok, sobre todo la más cool, no todo vale en cuestión de vestuario. Pero, desde luego, merece mucho la pena pasar un poco incomodidad y encerrar los pies en un calzado decente si de lo que se trata es de disfrutar del espectáculo del impactante skyline de la ciudad casi a vista de pájaro, tomando un gin tonic y departiendo con lo mejorcito de la ciudad.

 

 

El Blog de Tailandia-Skyline desde Above Eleven_

 

 

En Bangkok, la ciudad de las mil caras, todo es posible: a pie mismo de las torres donde se sitúan algunos de esos clubes, en los últimos años han prosperado los bares móviles (casi discotecas diría yo). Carromatos que abren sus alas para desplegar su catálogo de bebidas y luces de colores en plena calle. A veces hay que buscarlos, pero las más de las veces te los encuentras de sopetón y, en ese caso, no queda más que disfrutar de la diversión junto a los jóvenes (y no tan jóvenes) locales que se arraciman en torno a ellos. Una alternativa a nuestro botellón, pero bastante más sofisticada.

Mucho más tranquila resulta la alternativa de disfrutar de los espectáculos que ofrecen algunos de los grandes hoteles ribereños al Chao Praya.

 

 

El Blog de Tailandia -Desde el río Chao Phraya

 

 

Incluso se puede cenar a todo lujo en los barcos de madera que esos mismos alojamientos ofrecen a los huéspedes e invitados que así lo desean. Yo lo hice en el del Anantara Bangkok Riverside. Aprendida la lección de vestuario, a esa cena me presenté de una forma bastante más digna. Pero, en el breve trayecto entre el bus y el Muelle Central, desde el que parten los barcos que llevan a los grandes hoteles, nos cayó una tromba de agua de diez minutos que habría llenado cualquier pantano de nuestra cuenca mediterránea (¿qué narices pasa en los trópicos, que cuando llueve parece como si no hubiera un mañana?). ¿Consecuencia? Me calé hasta los calzoncillos: estaba claro, esa tampoco iba a ser mi gran noche de la buena imagen. Aun así, disfruté como yo solo de la experiencia de observar los grandes hitos de la ciudad (palacio y templos reales, mercado de las flores, templo del Wat Arun, los canales…) degustando una cena refinada, aromática, fragante y deliciosa: para mí, la cocina tailandesa está en mi top5 de las mejores del mundo.

 

 

El Blog de Tailandia- Wat Arun desde Sala Rattanakosin

 

 

El lujo de esa experiencia nada tiene que ver con el mercado de Patpong, en torno al cual, en locales de puertas siempre abiertas (incluso sin puertas), se disfruta de la noche más “canalla” de Bangkok. Aquí ya no solo hay bares de streaptease y ping pong show (me reservo explicar en qué consiste ese espectáculo; yo no soy tan “canalla”). También hay bares “normales” montados a lo grande, que son el lugar ideal para entrar en contacto tanto con algunos de los miles de extranjeros que vienen aquí cada noche en busca de diversión, en el más amplio sentido de la palabra, como con la población local. Desde luego, en la zona hay para todos los gustos: en una calle no muy lejana, por ejemplo, se concentran varios locales de ambiente gay, por los que pululan y a veces actúan transexuales de perfectísimos rasgos y anatomía.

 

Mi último consejo para la noche de Bangkok: regresar al hotel en un tuk tuk. Hay que pactar el precio antes. Eso siempre y cuando el conductor entienda algo de inglés. Si no, que pase lo que tenga que pasar. En cualquier caso, a velocidades y maniobras de conducción imposibles para esos cascarones de huevo de colorines y brillantes colgantes, la diversión y la aventura están más que garantizados.

 

 

El-Blog-de-Tailandia--Tuk-Tuks