Amazing Thailand

De Chiang Rai a Luang Prabang remontando el Mekong

Panaseático se podría describir el Mekong al discurrir por seis países de increíble belleza a lo largo de sus casi 5.000 km. Nace en la meseta tibetana y atraviesa Yunan, en China, para proseguir por Myanmar, Tailandia, Laos, Camboya y desembocando en Vietnam. Es como una serpiente gigante que dependiendo de cada estación se suaviza o se altera a su capricho con tramos difícilmente navegables y otros tranquilos y relajantes que conectan ciudades permitiendo el desarrollo regional.

Uno de esos tramos comunica la ciudad fronteriza de Chiang Khong, al norte de Tailandia, con la primorosa y cuidada Luang Prabang, en Laos. Pero antes de llegar a la frontera conviene hacer una parada y durante dos o tres días saborear el encanto provinciano de la pequeña Chiang Rai, la capital de la provincia más septentrional del país, que lleva el mismo nombre. Mientras que la capital es pequeña y pintoresca, la provincia es una suma de naturaleza, cultura e historia.

 

Foto: Turismo de Tailandia/ Bann Lo Cha-Chiang Rai

Foto: Turismo de Tailandia/ Bann Lo Cha-Chiang Rai

 

Así, sus selváticas montañas están habitadas por tribus de las etnias Akha, Lahu, Karen y Hmong que, en su mayoría, siguen conservando su forma de vida tradicional; por otro lado su patrimonio cultural es grande, toda la provincia se encuentra cuajada de templos y espiritualidad y, por si esto no bastara, como contraposición, su famoso Triángulo de Oro ofrece la vista de los tres países que lo conforman: Tailandia, Laos y Myanmar con el Mekong bañando cada una de las fronteras. Es, además, una visita obligatoria para todo aquel que haya oído hablar del opio y sus consecuencias con décadas de guerras y sufrimientos. Allí se ubica desde hace diez años el Museo de Opio donde se invita a descubrir la historia del cultivo desde hace 5.000 años, sus propiedades naturales y utilización, así como las Guerras del Opio que trajeron la desgracia tanto a ganadores como a perdedores e hicieron caer a la Dinastía Manchú. Otras exposiciones contribuyen a que los visitantes aprendan cómo las drogas llegaron a formar parte de la vida cotidiana y a comprender el impacto del opio en la sociedad en términos de delincuencia, conflictos y drogas ilegales.

Dejando atrás el Triángulo otra de las paradas obligatorias por su singularidad es el Wat Rong Khun, más conocido como Templo Blanco. Un lugar de tintes surrealistas y oníricos construido recientemente por el notable artista tailandés Chalermchai Kositpipat, todo él en blanco, símbolo de la pureza budista y decorado con cristales. Distinto a cualquier templo tailandés y único, al menos por el momento.

 

Foto: Turismo de Tailandia / Wat Rong Khun- Chiang Rai

Foto: Turismo de Tailandia / Wat Rong Khun- Chiang Rai

 

La visita a Chiang Rai no quedaría completa si no se visitara alguna de las tribus que se asientan en la provincia desde tiempos ancestrales. La rápida modernización del norte de Tailandia, el incremento de la población y el crecimiento del número de turistas está cambiando drásticamente la forma de vida de la gente de las montañas. Por ese motivo las instituciones están desarrollando planes para un turismo sostenible favoreciendo proyectos de desarrollo en comunidad, apoyando la agricultura local y el ecoturismo y haciendo un llamamiento al turismo responsable a la hora de visitar este tipo de comunidades.

 

Foto: APF / Tribus de Chiang Rai

Foto: APF / Tribus de Chiang Rai

Tras unos días intensos disfrutando de una provincia generosa y amable, el viaje se zambulle de lleno en las aguas del octavo río más grande del mundo, el majestuoso y legendario Mekong.

 

Aproximadamente a una hora en coche desde Chiang Rai se llega a la ciudad de Chiang Khong donde, tras presentar el pasaporte y el formulario de salida en un pequeño puesto fronterizo, se accede por una empinada bajada a la propia orilla del río para embarcar en una chalana que cruzará a la otra orilla. Allí, nuevo puesto fronterizo, el de Houai Xai, burocracia y más burocracia, pero en un espacio de tiempo que es impredecible en función del número de gente que haya en ese momento, el funcionario sellará el visado de entrada previo pago de aproximadamente 35 USD.

Una vez en Laos la cuestión es llegar a Luang Prabang. Hay varias opciones, una es por carretera, pero para eso no se va al Mekong, otra es en barco por la vía lenta en un viaje de día y medio haciendo noche en Pak Beng, otra es en una especie de incómodas y ruidosas motos acuáticas que hacen el trayecto en 4 horas y que deberían estar rigurosamente prohibidas por su peligrosidad y sinsentido ya que la belleza del viaje reside en navegar por el Mekong, tranquilamente, viendo la vida cotidiana de sus gentes y relajándose a bordo.

 

El Blog de Tailandia - Barcos por el Mekong

Foto: APF / Barcos en el Mekong

Foto: APF / Barcos en el Mekong

Foto: APF / Barcos en el Mekong

 

Hay todo tipo de barcos y de todos los precios pero lo ideal es escoger uno pagando un poco más y que no vaya lleno. Una vez en él, la experiencia es relajarse, mirar, disfrutar, leer, charlar y olvidarse de todo ya que no hay cobertura de móvil durante las ocho horas de navegación hasta el minúsculo pueblo de Pak Beng, donde se pasa la noche. El poblado tiene su encanto y generalmente lo llenan mochileros ya que está cuajado de guesthouses a precios irrisorios aunque, naturalmente, hay hoteles con todo lo necesario para pasar una noche confortable y buenos restaurantes donde degustar comida laosiana. No es más que una noche puente, pero tiene un sabor especial y forma parte de la aventura.

 

Foto: APF / Aldea del Mekong en Laos

Foto: APF / Aldea del Mekong en Laos

Al día siguiente, muy temprano, el barco zarpa de nuevo en dirección a Luang Prabang. Son otras ocho horas de navegación y dependiendo del viaje contratado se pueden hacer paradas como la de las dos cuevas de Pak Ou, en la margen izquierda, un antiguo santuario en cuyo interior descansan cerca de 4.000 budas.

 

Foto: APF / Cueva de Pak Ou- Laos

Foto: APF / Cueva de Pak Ou- Laos

Casi enfrente, en la margen derecha, se asienta un poblado pintoresco con pequeños tenderetes de artesanía, tiendas de antigüedades, algún que otro restaurante y un buen templo.

 

Finalmente, 25 kilómetros después, se llega a Luang Prabang. Como muchas ciudades del Sudeste ha vivido invasiones, guerras, periodos de gran florecimiento cultural que han ido creando su historia. La de Luang Prabang se puede observar a través de sus construcciones, una mezcla de arquitectura local tradicional, religiosa con su medio centenar de templos y finalmente los edificios coloniales con la impronta dejada por el protectorado francés que duró hasta mediados del s.XX. Solo caminar por sus impecables calles ya es un regalo. Casas coloniales con restaurantes afrancesados, tiendas de diseño, templos como el Wat Xien Thong del siglo XVI, emblema de la ciudad, o el Wat Mai, uno de los más grandes y venerados, hoteles boutique construidos en teca y cuidados hasta el más mínimo detalle, mercados coquetos con la mercancía impecablemente dispuesta, todo eso ha hecho de la pequeña ciudad un lugar con el merecidísimo reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad y un imprescindible en el pasaporte de cualquier viajero.

 

Foto: APF / Monjes en Luang Prabang

Foto: APF / Monjes en Luang Prabang

Foto: APF / Templo en Luang Prabang

Foto: APF / Templo en Luang Prabang

Texto: María Redondo
Artículo publicado en El Periódico de Catalunya el 28 de noviembre de 2013